Un gato y un gorrión trabaron estrecha amistad desde su más tierna infancia. Algunas veces, no obstante, incomodábase el segundo con el primero, pero el gato se limitaba a enseñar las uñas, y el asunto no tenía otras consecuencias.
Ocurrió cierto día que el Gorrión trabó conocimiento con otro individuo de su especie. Y como ambos eran de carácter pendenciero, se acaloraron una vez y se batieron encarnizadamente. El amigo del Gato llevó la peor parte en aquella lucha, y ciego de cólera, rogó a su antiguo amigo que le vengase. Hízolo así el Gato, echando la zarpa al Gorrión victorioso y engulléndoselo en dos bocados. Mas sucedió que al probar la carne de pajarillo, que olvidando por un momento los lazos y afectos de la infancia, se engulló seguidamente al gorrión amigo.
Ocurrió cierto día que el Gorrión trabó conocimiento con otro individuo de su especie. Y como ambos eran de carácter pendenciero, se acaloraron una vez y se batieron encarnizadamente. El amigo del Gato llevó la peor parte en aquella lucha, y ciego de cólera, rogó a su antiguo amigo que le vengase. Hízolo así el Gato, echando la zarpa al Gorrión victorioso y engulléndoselo en dos bocados. Mas sucedió que al probar la carne de pajarillo, que olvidando por un momento los lazos y afectos de la infancia, se engulló seguidamente al gorrión amigo.
(*)Fuente Fábulas de Esopo
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