Durante la Edad Media, los felinos fueron perseguidos por la Santa Inquisición, que les atribuía poderes siniestros y los relacionó con ritos diabólicos. Esta caza hizo que muchos gatos murieran torturados o en la hoguera junto a sus dueñas. Además, en España aún se cree que son portadores de la mala suerte.
Por supuesto, de entre todos el peor visto fue el gato negro, al que se acusaba de vivir con brujas y traer el mal a los pueblos. La obsesión llegó a tal extremo que, en muchos lugares, durante el día de Todos los Santos se quemaban gatos en las plazas. Este exterminio hizo que las ratas, al no encontrar depredador, se multiplicaran y trajeran enfermedades tan graves como la peste. El ser humano, a veces, hace cosas bien extrañas....
Por supuesto, de entre todos el peor visto fue el gato negro, al que se acusaba de vivir con brujas y traer el mal a los pueblos. La obsesión llegó a tal extremo que, en muchos lugares, durante el día de Todos los Santos se quemaban gatos en las plazas. Este exterminio hizo que las ratas, al no encontrar depredador, se multiplicaran y trajeran enfermedades tan graves como la peste. El ser humano, a veces, hace cosas bien extrañas....
El Viernes 13, pasar por debajo de una escalera, romper un espejo, abrir el paraguas dentro de casa…y cruzarse con un gato negro! Todas son supersticiones populares asociadas a la mala suerte, incluso la que confiere un poder oscuro al gato.
ADORACIÓN FELINA
En el mundo esotérico, se le reconoce a los gatos un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Para entender este mito hay que ‘viajar’ al Antiguo Egipto, donde se pueden encontrar los orígenes del gato.
Los gatos eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C., debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. La religión del antiguo Egipto incluyó el gato entre sus símbolos sagrados. El gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad. El gran valor del gato como cazador de ratones hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status sagrado. La utilidad del gato era exaltada al máximo por los egipcios que estaban convencidos de que los gatos poseían alma.
Con toda probabilidad, esta antigua creencia del poder felino deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis, símbolo de belleza y fecundidad, que era representada con cabeza de gato. Fue tal la adaptación del gato a la vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar; Herodoto, en “Los nueve libros de la Historia”, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su muerte, su cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos. Quien se atrevía a matar a un gato era acreedor de la pena de muerte.
Después de egipcios, fueron los griegos a interesarse por los gatos. Este pueblo antiguo, conocedor del valor del gato como cazador de ratones, intentó comprar una pareja para hacerlos criar en Grecia, pero dada la naturaleza sagrada del gato los egipcios se negaron a esta transacción. A pesar de este argumento, los griegos robaron una pareja que llevada a Grecia extendió la raza al resto de Europa.
Más tarde, el valor de los gatos fue ampliamente reconocido por los romanos que apreciaban mucho el espíritu de independencia del felino, hasta el punto que la diosa Libertas era representada junto a un gato, símbolo de absoluta libertad. Incluso se dictaron en Roma severas leyes para su protección en el siglo I d. C.
También hubo disposiciones jurídicas que reconocían la importancia de los gatos en las Islas Británicas, donde, en el siglo X, el príncipe Howel publicó unas normas que fijaban el valor de los gatos y establecían, entre otras cosas, que quien matase a un gato debía indemnizar al propietario del animal con una cantidad de trigo equivalente en altura a la longitud del felino, desde el hocico hasta la punta de la cola. De este modo, se pretendía compensar al propietario del gato por las pérdidas de trigo que, faltando el felino, le ocasionaban los topos.
Los gatos eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C., debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. La religión del antiguo Egipto incluyó el gato entre sus símbolos sagrados. El gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad. El gran valor del gato como cazador de ratones hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status sagrado. La utilidad del gato era exaltada al máximo por los egipcios que estaban convencidos de que los gatos poseían alma.
Con toda probabilidad, esta antigua creencia del poder felino deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis, símbolo de belleza y fecundidad, que era representada con cabeza de gato. Fue tal la adaptación del gato a la vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar; Herodoto, en “Los nueve libros de la Historia”, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su muerte, su cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos. Quien se atrevía a matar a un gato era acreedor de la pena de muerte.
Después de egipcios, fueron los griegos a interesarse por los gatos. Este pueblo antiguo, conocedor del valor del gato como cazador de ratones, intentó comprar una pareja para hacerlos criar en Grecia, pero dada la naturaleza sagrada del gato los egipcios se negaron a esta transacción. A pesar de este argumento, los griegos robaron una pareja que llevada a Grecia extendió la raza al resto de Europa.
Más tarde, el valor de los gatos fue ampliamente reconocido por los romanos que apreciaban mucho el espíritu de independencia del felino, hasta el punto que la diosa Libertas era representada junto a un gato, símbolo de absoluta libertad. Incluso se dictaron en Roma severas leyes para su protección en el siglo I d. C.
También hubo disposiciones jurídicas que reconocían la importancia de los gatos en las Islas Británicas, donde, en el siglo X, el príncipe Howel publicó unas normas que fijaban el valor de los gatos y establecían, entre otras cosas, que quien matase a un gato debía indemnizar al propietario del animal con una cantidad de trigo equivalente en altura a la longitud del felino, desde el hocico hasta la punta de la cola. De este modo, se pretendía compensar al propietario del gato por las pérdidas de trigo que, faltando el felino, le ocasionaban los topos.
PERSECUCIÓN FELINA
Los gatos llevaron una existencia placentera hasta que la Iglesia, hacia mediados del siglo XIII, comenzó una terrible persecución contra ellos, considerándolos como símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas. En la Edad Media, época de oscurantismo para la especie humana, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible para efectuar sus rituales y hechizos. Luego los felinos domésticos empezaran a ser víctimas de una despiadada e injusta persecución, originada por la ignorancia y por absurdas supersticiones que relacionaban al animal con determinados ritos diabólicos. La posesión de un gato bastaba para acusar a una persona de brujería y la condena podía considerarse segura si el animal era de color negro.
El gato surgió asociado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la mitología nórdica. Esta diosa guardaba en su jardín las manzanas con las que se alimentaban los dioses del walhalla y en su iconografía aparecen dos gatos tirando del carro de la diosa. En aquellos tiempos era frecuente extender la idea de divinidad a los animales que acompañaban a los dioses.
Por ello, el gato se convirtió en cabeza de turco de las "purificaciones" de la Iglesia. De este modo, durante la Edad Media se torturó y dio muerte bárbaramente a miles de seres humanos y a millones de gatos, en el curso de unas persecuciones que fueron activísimas en toda Europa y entraron a formar parte de los rituales cristianos. La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos pobres animalitos en las hogueras de la noche de San Juan y la costumbre de festejar el Día de Todos los Santos quemando vivos a los gatos en las plazas públicas.
El aniquilamiento de los gatos implicó a precio carísimo en Europa. La eliminación de los felinos fue de tal magnitud que cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muerto, apenas sí quedaban pocos ejemplares felinos para luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad. Y al parecer, la plaga fue tan devastadora debido al exterminio de los gatos.
En el año 1400, la especie estuvo a punto de extinguirse en Europa. Su existencia se reivindica a partir del siglo XVII debido a su habilidad para la caza de ratas, causantes de tan temibles y desoladoras plagas. A partir del siglo XVIII el gato vuelve a conquistar parte de su antiguo prestigio, y no sólo se utiliza como cazador de roedores e insectos, sino que su belleza lo hace protagonista de cuadros, muy especialmente de los de la escuela inglesa, y de motivos escultóricos. Desde entonces se lo utiliza cada vez más, sobre todo en los centros urbanos, aunque como animal de compañía.
La dualidad del gato como símbolo de la divinidad y de la representación demoníaca, dio lugar a que en las supersticiones relacionadas con él se le considere representante de la mala o la buena suerte, según la circunstancia o lugar en que naciesen.
El gato surgió asociado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la mitología nórdica. Esta diosa guardaba en su jardín las manzanas con las que se alimentaban los dioses del walhalla y en su iconografía aparecen dos gatos tirando del carro de la diosa. En aquellos tiempos era frecuente extender la idea de divinidad a los animales que acompañaban a los dioses.
Por ello, el gato se convirtió en cabeza de turco de las "purificaciones" de la Iglesia. De este modo, durante la Edad Media se torturó y dio muerte bárbaramente a miles de seres humanos y a millones de gatos, en el curso de unas persecuciones que fueron activísimas en toda Europa y entraron a formar parte de los rituales cristianos. La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos pobres animalitos en las hogueras de la noche de San Juan y la costumbre de festejar el Día de Todos los Santos quemando vivos a los gatos en las plazas públicas.
El aniquilamiento de los gatos implicó a precio carísimo en Europa. La eliminación de los felinos fue de tal magnitud que cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muerto, apenas sí quedaban pocos ejemplares felinos para luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad. Y al parecer, la plaga fue tan devastadora debido al exterminio de los gatos.
En el año 1400, la especie estuvo a punto de extinguirse en Europa. Su existencia se reivindica a partir del siglo XVII debido a su habilidad para la caza de ratas, causantes de tan temibles y desoladoras plagas. A partir del siglo XVIII el gato vuelve a conquistar parte de su antiguo prestigio, y no sólo se utiliza como cazador de roedores e insectos, sino que su belleza lo hace protagonista de cuadros, muy especialmente de los de la escuela inglesa, y de motivos escultóricos. Desde entonces se lo utiliza cada vez más, sobre todo en los centros urbanos, aunque como animal de compañía.
La dualidad del gato como símbolo de la divinidad y de la representación demoníaca, dio lugar a que en las supersticiones relacionadas con él se le considere representante de la mala o la buena suerte, según la circunstancia o lugar en que naciesen.
¿BUENA O MALA SUERTE?
La historia de la brujería en Europa relata un sin número de anécdotas y episodios donde surge un felino. Por ejemplo, en una de estas historias la protagonista, cansada de que un gato se bebiese la leche recién ordeñada todas las noches, esperó al animal y consiguió en su persecución herirle en una pata. Al sentirse herido el animal gritó como un ser humano. Al día siguiente una pobre vieja, considerada como bruja, amaneció herida en una pierna. Y muchos otros cuentos similares existen que ligan el gato a poderes desconocidos.
Como en casi todas las creencias populares, el reverso también es válido. O sea, el gato negro no es un vaticinio nefasto en todo lugar, y en algunas culturas es considerado un elemento de buena suerte. Parece que estas creencias dependen del lugar y la circunstancia de su encuentro.
En algunos países es el gato rojo el prenuncio de mala suerte y no el negro. Existen pueblos en que el encuentro de un gato negro camino de la iglesia el día de la boda solo puede traer buena suerte, mientras que en otros, el mismo episodio es símbolo de desgracias conyugales. Hay gente que se cree que el gato negro es un talismán que trae buena suerte en los juegos de azar, sobre todo si se toca alguno antes de que empiece el juego. Y otros piensan que tener un gato negro en casa es símbolo de buena fortuna.
¿Conocéis alguna leyenda sobre el gato negro?.
Como en casi todas las creencias populares, el reverso también es válido. O sea, el gato negro no es un vaticinio nefasto en todo lugar, y en algunas culturas es considerado un elemento de buena suerte. Parece que estas creencias dependen del lugar y la circunstancia de su encuentro.
En algunos países es el gato rojo el prenuncio de mala suerte y no el negro. Existen pueblos en que el encuentro de un gato negro camino de la iglesia el día de la boda solo puede traer buena suerte, mientras que en otros, el mismo episodio es símbolo de desgracias conyugales. Hay gente que se cree que el gato negro es un talismán que trae buena suerte en los juegos de azar, sobre todo si se toca alguno antes de que empiece el juego. Y otros piensan que tener un gato negro en casa es símbolo de buena fortuna.
¿Conocéis alguna leyenda sobre el gato negro?.
4 comentarios:
Y sí...la iglesia a equivocado y mucho tristemente en el cocepto hacia los gatos negros ...qu´e horror¡
En cuánto al pasar un gato negro por delante, el día qué se cruzó uno por mí fué una felicidad...mi negrito me cautivó y llenó de alegría la casa...
Fué hemoso todo el tiempo compartido juntos...ahora el está haciendole cosquillas alas estrellas...y sus ojos forman parte de las estrellas brillantes donde los encuentro cada noche...¡
Sólo superticiones querida y algo de ignorancia por parte de quienes no conocen estos maravillosos y enigmaticos felinos...
MUY INTERESANTE Y INSTRUCTIVO POST.
Beso grande.
Willow yo también conviví muchos años con un precioso gato negro que también colmó mi vida de alegrías. Ahora estoy segura que estará con el tuyo haciendole cosquillas a las estrellas...como tan poéticamente comentas...Ellos siempre en nuestros corazones...en nuestros sueños. Feliz día y otro enorme beso para ti.
En mis muchas lecturas de gato negro -el Necronomikón, el Diario Montañés, las obras de Julio Verne y ¡oh! los mapas- nunca he visto un Breve Pontifical animando a los fieles a chamuscar congéneres. Pero en fin: el hambre hace muchos más milagros...
Henriketo, cosquilleo tus naricillas con las mías (fru,fru,frrrru) y te animo a seguir tan coketo. Gracias a tí he aprendido que los "tortis" no son gatos-lesbianas, sino preciosidades de colorines. ¡Eres un crak!
Henriketo dice: Amigo arrankao eres un gato?. Tu biblioteca gatuna es impresionante...ya me gustaria a mi visitarla, si me pones una buena manta o sillón para leer a todo placer...Gracias por valorar mi aspecto gatuno tan amablemente, cierto...soy muy coqueto.Considera cosquilleada tu nariz junto a la mia. Ronrronitos y frus frusssssss para ti.
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